La neuroradiologia inicia su desarrollo con el descubrimiento
de los rayos X por el físico alemán Wilhelm Röntgen en 1895. El desarrollo de
la neuroimagen sería puntual y por ello podemos dividirlo en etapas.
La Primera Etapa la podemos situar entre 1896 y 1918 E.C. En
estos momentos solo se contaba con la radiografía simple y con los
conocimientos de la fisiología general. Algunas personas destacan en esta
etapa, siendo el neuro-psiquiátra Arthur Schuller; considerado el padre de la
neuroradiología, que dio sus primeras aportaciones describiendo las lesiones
calcificadas de la glándula pineal y asociándolas con sus enfermedades
respectivas. En este tiempo, el Dr. Furnrohn escribió el primer libro de
neuroradiología titulado “La primera aplicación de los rayos X en neurología”.
Por otra parte, el Dr. Lucket fue el primero en observar y describir a un
paciente con neumoencefalografía traumática por rotura del seno frontal. También, en
1913 fue el primero en demostrar radiográficamente la existencia de aire
intracraneal con significación anormal.
En la Segunda Etapa, a partir de 1918, se inicia con
la descripción por el neurocirujano Walter Dandy ayudado por el Dr. Halstead,
de la neumoencefalografía que consiste en la replección con aire o gas, por vía
lumbar al canal raquídeo o los ventrículos cerebrales, lo que permite un mejor
contraste y una mejor definición en la visualización de los espacios por donde
circula el líquido cefaloraquideo. En 1925, Sicard y Forestier describen la
mielografía con lipiodol (una forma de aceite de amapola), que es una forma de
radiografía llamada fluoroscopia donde se inyecta material de contraste para
evaluar la médula espinal, las raíces de los nervios y las meninges.
En la Tercera Etapa, el psiquiatra y neurocirujano
portugues Egas Moniz escribe su trabajo “La encefalografía arterial” donde se
ve su importancia en el diagnostico de los tumores cerebrales. Otros médicos
aportan en esta etapa su contribución a los medios de contraste intravenosos,
mejorando los resultados y disminuyendo la morbilidad y mortalidad de las
exploraciones. Ésta es la etapa que más se prolongó llegando hasta 1972.
Con la 4ª Etapa, en 1972 se inicia ya propiamente la
era del “diagnostico por la imagen”, queriendo decir, la imagen directa sin medios de contraste. Godfrey Hounsfield, el ingeniero electrónico inglés inicia
sus estudios en los laboratorios EMI Hayes Middlesex de Londres en 1967 donde
diseñó el primer prototipo de scanner, obteniendo con el Dr. James Ambrese la visualización del sistema ventricular
del cerebro sin ningún contrase por primera vez en la historia.
Fue en el año 1973 cuando se instaló el primer EMI
scanner en Estados Unidos, proliferando desde entonces los scanneres instalados
por todo el mundo y debido a su rápido desarrollo los scanneres EMI fueron
evolucionando hacia llegar al TAC (Tomografía Axial computarizada).
Precisamente en el año 1979 se otorgó el premio Nobel a Hounsfield compartiéndolo con el
biofísico Mc Leod Cormack, por el desarrollo y descubrimiento de la Tomografía
Axial computarizada.
Finalmente, llegamos a la 5ª Etapa con la aparición de
la Resonancia Magnética en 1982. Esta etapa tuvo su germen más de 30 años antes
cuando en 1946, los físicos Bloch y Purcell descubrieron que en ciertas
circunstancias los núcleos de los átomos producen señales de radiofrecuencia;
descubrimiento por los que se les otorgó el premio nobel en 1952.
En 1971, el médico estadounidense Raymond Vahan Damadian
propuso el escáner corporal mediante
resonancia magnética (RM) y en 1969 descubrió que la RM era capaz de distinguir
in vivo la diferencia entre tejido normal y tejido tumoral y fue el primero en
hacer un escaneo completo de un cuerpo humano para diagnosticar el cancer, en
1977.
En 1973, el químico estadounidense Paul C. Lauterbur pudo obtener imágenes de
finos tubos capilares mediante RM.
En 1981, Moore y Hinshaw de la universidad de
Nottingham describieron el método de la RM como útil para el estudio hepático y
a finales de 1982 unos dos mil pacientes fueron explorados por este método.
En España, la neuroradiología tuvo su lógica
evoluvión al compás de la mundial y en 1928 se realizó la primera angiofrafía
en el Instituto Policlínico de Barcelona por el Dr. Ferrán Martorell Otzet
También ha hubo neurorradiólogos
sobresalientes como los doctores Solé Llenas, el Dr Rovira, el Dr. Ignacio
Pasual Castro Viejo, que potenciaron la neuroradiología pediátrica en el
Hospital de la Paz a finales de los
sesenta y en 1970 se constituyó la Sociedad Española de Neuroradiología.
La angiografía junto a a la
neumoencefalografía y la radiografía simple fueron los únicos métodos
diagnósticos en neurología hasta el año 1976 en que comenzaron a instalarse los
primeros tomógrafos axiales computerizados, lo que supuso toda una revolución.
En aquel momento significo “el todo” a pesar de que las imágenes estaban llenas
de grano y con poca calidad. Aun así, España ha seguido modernizando sus equipos hasta la actualidad con la T.A.C. helicoidal y en el año 1989 comenzando a
implantar las RM en todos los hospitales, permitiendo a partir de su
implantación y por su propiedad multiplanar diagnosticar una serie de
enfermedades hasta ese momento vedadas para la neurología así como la
exploración de zonas de difícil acceso como la región hipotálamo-hipofisiaria, los
vasos cerebrales y la médula espinal.
Parece que los neurorradiólogos actuales
están de acuerdo en que la RM ha venido para quedarse y que será el futuro,
puesto que sus esperanzas en el Eco planar permitira estudios en milésimas de
segundos, así como estudios funcionales de las áreas motoras y visuales.
También acortará sensiblemente la exploración para la obtención de la
angiografía por RM. Y es importante subrayar que, junto a la evolución en la
técnica de la neuroimagen, el perfeccionamiento de los medios de contraste, de
los catéteres, así como la formación del personal, han sido cruciales para el
desarrolllo de la neuroradiología.
Pero, como sucede en muchos casos, las ideas
preconcebidas en ciencia, muchas veces entorpecen su avance. La neurología no
ha sido la excepción y las limitaciones que puso la ciencia neurológica a las
posibilidades de recuperación del cerebro, durante muchas décadas, estorbó su
desarrollo. Menos mal que, finalmente se descubrió una idea brillante; la
neuroplasticidad del cerebro que derivó en nuevas posibilidades terapéuticas.
Con este tema finalizaremos la historia del ictus, en la siguiente entrada del
blog.