Me alegra mucho que estés leyendo
este blog; pues seguramente te apasiona la historia tanto como a mí. ¿Cómo
empezó en mí este interés tan grande por la historia? Bueno, la verdad es que
desde hace ya más de cuarenta años he estado bregando con la defensa de la
historia bíblica. Así pues, como diría un historiador crítico, soy un
historiador confesional; uno de poca monta, como dirían ellos; bueno, como
pensarían ellos más exactamente, aunque no lo digan. Porque los historiadores
críticos se consideran la élite del conocimiento histórico y piensan que los
historiadores confesionales son poco escrupulosos, poco objetivos y poco
científicos con la diversa documentación histórica. ¡Protesto señorías! Los
historiadores críticos pueden especular tanto como los confesionales como
demuestra, por cierto, la historia misma y sus propios escritos. Los
historiadores de cualquier procedencia son hombres y mujeres comunes, susceptibles
por lo tanto a la seductora vanidad; y por cierto, también a los avatares de la
historia y a los poderes públicos de su tiempo, sean estos políticos,
religiosos o económicos. Generalmente no pueden sustraerse a estas
circunstancias y pocos son los que lo logran, a menos, eso sí; que vayan en pos
de la verdad. La verdad debe ser la búsqueda última del historiador; de eso no
debe haber duda; solo que para lograr eso debe quedar claro que uno tiene que
amar la verdad y tiene que amarla mucho; más que a su propia vida; digo bien;
porque muchos historiadores han sacrificado la verdad bajo las dictaduras y los
totalitarismos por temor a sufrir daño. Y por otra parte, los historiadores que
viven bajo las democracias; como pueden decir lo que quieran, pues a veces dicen
solemnes tonterías.
Pues bien, ¿qué es la historia?
Suele definirse como el conjunto de acontecimientos y sucesos a lo largo de la
experiencia humana. Es pues, ante todo un fenómeno que gira en torno al hombre;
la historia está hecha por el hombre para el hombre. Aunque hablemos de la
historia del cosmos, cuando el hombre no existía; ésta siempre será de interés
exclusivamente para el hombre que es el que siente una apasionada curiosidad
por saber; ni al primate ni al delfín le interesan en lo más mínimo la cultura de
la historia. Jamás veremos a un chimpancé leyendo a Darwin ni la Biblia y mucho
menos reflexionando qué obra cuenta la verdad de su origen y legado y tampoco debatiéndola
con sus hermanos primates. El sentido de la historia solo interesa a los hombres
y mujeres.
Ahora bien, ¿por qué se discute tanto sobre
historia? Y ¿por qué no hay acuerdo sobre cómo sucedieron ciertos asuntos
históricos y su sentido?Bueno, pues en la próxima entrada contestaremos esa cuestión. Mientras tanto, por si no lo has hecho aun, te invito a que leas la presentación de Sway que hice en preparación a este blog donde se explica mi propósito y la razón del título de mi blog. Se encuentra en el siguiente enlace: El Historiador sin papeles. Hasta mañana.
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