Falso grabado del Renacimiento que se supone refleja las ideas de Giordano Bruno. En realidad, el autor de este grabado es desconocido, aunque se sospecha que fue Camille Flammarion, un famoso divulgador científico del siglo XIX, que lo publicó por primera vez en su obra “L’Atmosphere: Météorologie Populaire,” París, 1888.
Pensaba continuar hablando ahora del genial
Galileo, pero considero que tengo que hacer un capítulo para hablar de otro
hombre; debido, tanto a su importancia como a una dinámica equivoca que se ha
generando en torno a él. Me refiero a Giordano Bruno, contemporáneo de Brahe,
Galileo y Kepler, pero también de la obra principal de Copérnico “De revolutionibus orbium coelestium”, con la
que, sin duda, se familiarizó. Se ha tratado de hablar de este hombre
como uno de los precursores de la revolución cosmológica, entendiendo esta como
la que se inicia con Copérnico. También se ha puesto como un modelo de la
controversia entre ciencia y religión ya que finalmente fue quemado vivo por la
Inquisición. Todo esto pudiera considerarse si Bruno hubiera sido
verdaderamente un científico; pero ¿lo fue?
En realidad no. Cuando en 1576 huyó de Roma
por temor a la Inquisición debido a sus opiniones
teológicas, comenzó una vida errante por toda Europa. Desde entonces pudo
decir “toda la tierra es patria para un filósofo”. En 1565 ingresó en la Orden
de los Dominicos de Nápoles donde estudió filosofía aristotélica y la teología
y filosofía de Tomás de Aquino. En 1575 fue ordenado sacerdote en Roma. En 1580
se doctoró en teología en la Universidad de Tolouse. Por lo tanto, podríamos
decir que Bruno fue ante todo un filósofo y teólogo.
De hecho cuando examinamos las actas del
juicio de la Inquisición contra Bruno encontramos lo siguiente: entre los ocho
cargos contra él por parte del tribunal Inquisitorial, siete se referían
exclusivamente a cuestiones puramente teológicas que se apartaban de la
ortodoxia oficial, mientras que el octavo, aunque también se podía argüir desde
posiciones teológicas, se traslapaba también al campo que investigaban los astrónomos.
Bruno decía que existían infinitos mundos, o sea, múltiples soles con sus
planetas y lo que es más; en esos sistemas solares podía haber planetas
habitados como la Tierra. Aunque Bruno había aceptado y dado a conocer el sistema
heliocéntrico copernicano; fue mucho más allá de lo que los astrónomos de su
época podían admitir. La razón es simple; las ideas de Bruno partían de
especulación e intuición filosófica mientras que las ideas cosmológicas que se
estaban abriendo paso en su época, por parte de los hombres de ciencia, no
podían pasar de aquello que armonizara matemáticamente con la observación
empírica.
De hecho, en la correspondencia cruzada entre
Galileo y Kepler, éste último le revela a Galileo que, aparte de asustarle el
infinito bruniano, le dice refiriéndose a Bruno: “Están muy bien estos avances
empíricos que has hecho, pero la importancia que a veces tienen esos visionarios, estas personas que
aparecen en la ciencia y que desarrollando su mente son capaces de anunciar
conceptos y teorías que después van a anunciar.” Notemos cómo Kepler califica
de visionario a Bruno no otorgándole el status de científico que les
corresponde a él y a su interlocutor Galileo.
Por otra parte, de las ocho proposiciones de
las que Bruno se negó a retractarse, solo dos pueden traslaparse al terreno de
la cosmología; el resto eran puramente teológicas. Las dos eran las siguientes:
La doctrina del universo infinito y los mundos infinitos:
"El que niega el efecto infinito niega el poder infinito". Según esta
idea, Si Dios era infinito y todopoderoso, no podía haberse limitado a crear
solo nuestro sistema solar y su Tierra habitada; debía haber creado muchos
mundos parecidos. Ésta, verdaderamente era una idea transgresora porque si
bien, el heliocentrismo de Copérnico había conmutado la centralidad de la
Tierra por la del Sol, ahora Bruno desplazaba aun más la distancia al centro
del Universo al afirmar que nuestro Sol era una
estrella más entre las infinitas estrellas que él imaginaba. Es sobre todo
esta idea la que lo ha hecho popular en nuestro tiempo al adelantarse 400 años
a las actuales investigaciones de vida extraterreste. No hay que olvidar que
solo hasta 1992 la ciencia tuvo confirmación de los primeros planetas fuera de
nuestro sistema solar.
La segunda proposición consistía en la afirmación de que la Tierra se
movía, y que esta idea no se oponía a las Sagradas Escrituras, las cuales hablaban
un lenguaje popular para los fieles y no aplicaban a los científicos. No podía
ser de otra manera. Las ideas de Bruno eran tan revolucionarias que para la
mentalidad de entonces y para la autoridad eclesial eran intolerables. Pero
eran las ideas teológicas las que chocaban de frente con la Iglesia. Bruno
negaba la Trinidad, la redención de Cristo, la virginidad de María, la
transubstanciación, el uso de imágenes. Le atraían también la Cábala, la magia,
y la tradición hermética. Por lo tanto, fue primordialmente por razones teológicas, que fue acusado de
herejía y condenado a ser quemado vivo en la hoguera.
Por eso suele haber acuerdo en que el
paradigma de la confrontación entre ciencia y religión lo constituye el caso de
la Iglesia Católica contra Galileo, mientras que el caso de Giordano Bruno
pudiéramos considerarlo más bien como el paradigma de la intolerancia de la religión
contra la libertad de expresión. Aunque ciertamente, su visión sobre los mundos
infinitos, pudo inspirar a otros a mirar más allá de lo que se conocía en su tiempo;
no por eso podemos considerarlo un precursor de la revolución
científico-cosmológica. Como algunos han dicho, su intuición sobre la
existencia de otros mundos se hizo realidad por pura casualidad y de hecho,
aunque en la actualidad hemos descubierto miles de millones de otros mundos,
aparte de nuestro sistema solar, aun estamos muy lejos de demostrar que haya
vida inteligente en algunos de ellos.
Referencias bibliográficas:
Giordano Bruno, ¿mártir de la ciencia o hereje impenitente?
Qué pinta Giordano Bruno en el nuevo “Cosmos”
En la
próxima entrada haré una aportación personal de las consecuencias teológicas que
la creencia cosmológica sobre los mundos infinitos de Giordano Bruno tuvieron
en él y de por qué era errónea.
He leído todos los artículos de tu blog. Muy bien documentados y muy
ResponderEliminarbien redactados; de lectura amena, con planteamientos muy bien
argumentados y provocando la reflexión.Y consiguen crear espectación por el siguiente artículo.Espero el próximo.
Muy interesante... Gracias por compartirlo.
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