sábado, 5 de marzo de 2016

Desarrollo de la Cosmología, parte III: Giordano Bruno I

Falso grabado del Renacimiento que se supone refleja las ideas de Giordano Bruno. En realidad, el autor de este grabado es desconocido, aunque se sospecha que fue Camille Flammarion, un famoso divulgador científico del siglo XIX, que lo publicó por primera vez en su obra “L’Atmosphere: Météorologie Populaire,” París, 1888.

Pensaba continuar hablando ahora del genial Galileo, pero considero que tengo que hacer un capítulo para hablar de otro hombre; debido, tanto a su importancia como a una dinámica equivoca que se ha generando en torno a él. Me refiero a Giordano Bruno, contemporáneo de Brahe, Galileo y Kepler, pero también de la obra principal de Copérnico “De revolutionibus orbium coelestium”, con la que, sin duda, se familiarizó. Se ha tratado de hablar de este hombre como uno de los precursores de la revolución cosmológica, entendiendo esta como la que se inicia con Copérnico. También se ha puesto como un modelo de la controversia entre ciencia y religión ya que finalmente fue quemado vivo por la Inquisición. Todo esto pudiera considerarse si Bruno hubiera sido verdaderamente un científico; pero ¿lo fue?
En realidad no. Cuando en 1576 huyó de Roma por temor a la Inquisición debido a sus opiniones teológicas, comenzó una vida errante por toda Europa. Desde entonces pudo decir “toda la tierra es patria para un filósofo”. En 1565 ingresó en la Orden de los Dominicos de Nápoles donde estudió filosofía aristotélica y la teología y filosofía de Tomás de Aquino. En 1575 fue ordenado sacerdote en Roma. En 1580 se doctoró en teología en la Universidad de Tolouse. Por lo tanto, podríamos decir que Bruno fue ante todo un filósofo y teólogo.
De hecho cuando examinamos las actas del juicio de la Inquisición contra Bruno encontramos lo siguiente: entre los ocho cargos contra él por parte del tribunal Inquisitorial, siete se referían exclusivamente a cuestiones puramente teológicas que se apartaban de la ortodoxia oficial, mientras que el octavo, aunque también se podía argüir desde posiciones teológicas, se traslapaba también al campo que investigaban los astrónomos. Bruno decía que existían infinitos mundos, o sea, múltiples soles con sus planetas y lo que es más; en esos sistemas solares podía haber planetas habitados como la Tierra. Aunque Bruno había aceptado y dado a conocer el sistema heliocéntrico copernicano; fue mucho más allá de lo que los astrónomos de su época podían admitir. La razón es simple; las ideas de Bruno partían de especulación e intuición filosófica mientras que las ideas cosmológicas que se estaban abriendo paso en su época, por parte de los hombres de ciencia, no podían pasar de aquello que armonizara matemáticamente con la observación empírica.
De hecho, en la correspondencia cruzada entre Galileo y Kepler, éste último le revela a Galileo que, aparte de asustarle el infinito bruniano, le dice refiriéndose a Bruno: “Están muy bien estos avances empíricos que has hecho, pero la importancia que a veces tienen esos visionarios, estas personas que aparecen en la ciencia y que desarrollando su mente son capaces de anunciar conceptos y teorías que después van a anunciar.” Notemos cómo Kepler califica de visionario a Bruno no otorgándole el status de científico que les corresponde a él y a su interlocutor Galileo.
Por otra parte, de las ocho proposiciones de las que Bruno se negó a retractarse, solo dos pueden traslaparse al terreno de la cosmología; el resto eran puramente teológicas. Las dos eran las siguientes: La doctrina del universo infinito y los mundos infinitos: "El que niega el efecto infinito niega el poder infinito". Según esta idea, Si Dios era infinito y todopoderoso, no podía haberse limitado a crear solo nuestro sistema solar y su Tierra habitada; debía haber creado muchos mundos parecidos. Ésta, verdaderamente era una idea transgresora porque si bien, el heliocentrismo de Copérnico había conmutado la centralidad de la Tierra por la del Sol, ahora Bruno desplazaba aun más la distancia al centro del Universo al afirmar que nuestro Sol era una estrella más entre las infinitas estrellas que él imaginaba. Es sobre todo esta idea la que lo ha hecho popular en nuestro tiempo al adelantarse 400 años a las actuales investigaciones de vida extraterreste. No hay que olvidar que solo hasta 1992 la ciencia tuvo confirmación de los primeros planetas fuera de nuestro sistema solar.
La segunda proposición consistía en la afirmación de que la Tierra se movía, y que esta idea no se oponía a las Sagradas Escrituras, las cuales hablaban un lenguaje popular para los fieles y no aplicaban a los científicos. No podía ser de otra manera. Las ideas de Bruno eran tan revolucionarias que para la mentalidad de entonces y para la autoridad eclesial eran intolerables. Pero eran las ideas teológicas las que chocaban de frente con la Iglesia. Bruno negaba la Trinidad, la redención de Cristo, la virginidad de María, la transubstanciación, el uso de imágenes. Le atraían también la Cábala, la magia, y la tradición hermética. Por lo tanto, fue primordialmente por razones teológicas, que fue acusado de herejía y condenado a ser quemado vivo en la hoguera.
Por eso suele haber acuerdo en que el paradigma de la confrontación entre ciencia y religión lo constituye el caso de la Iglesia Católica contra Galileo, mientras que el caso de Giordano Bruno pudiéramos considerarlo más bien como el paradigma de la intolerancia de la religión contra la libertad de expresión. Aunque ciertamente, su visión sobre los mundos infinitos, pudo inspirar a otros a mirar más allá de lo que se conocía en su tiempo; no por eso podemos considerarlo un precursor de la revolución científico-cosmológica. Como algunos han dicho, su intuición sobre la existencia de otros mundos se hizo realidad por pura casualidad y de hecho, aunque en la actualidad hemos descubierto miles de millones de otros mundos, aparte de nuestro sistema solar, aun estamos muy lejos de demostrar que haya vida inteligente en algunos de ellos.

Referencias bibliográficas:
Giordano Bruno, ¿mártir de la ciencia o hereje impenitente?
Qué pinta Giordano Bruno en el nuevo “Cosmos”

            En la próxima entrada haré una aportación personal de las consecuencias teológicas que la creencia cosmológica sobre los mundos infinitos de Giordano Bruno tuvieron en él y de por qué era errónea.


2 comentarios:

  1. He leído todos los artículos de tu blog. Muy bien documentados y muy
    bien redactados; de lectura amena, con planteamientos muy bien
    argumentados y provocando la reflexión.Y consiguen crear espectación por el siguiente artículo.Espero el próximo.

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