miércoles, 28 de noviembre de 2018

La rutilante estrella que vieron los magos de Oriente


La mayoría de las personas que se consideran cristianas ven con gran simpatía la estrella que guió a los magos de Oriente hacia el niño Jesús para presentarle sus respetos como rey de los judíos. Sin embargo, el estudio cuidadoso del capítulo 2:1-13 del evangelio de Mateo demuestra, sin lugar a dudas, lo sospechoso de aquella estrella, tanto en su estructura y funcionamiento como en sus intenciones. Es realmente sorprendente que la inmensa mayoría de los comentaristas que hablan del tema relacione la estrella con Dios, cuando está implícito en el texto que no es así, como veremos después. En realidad, no solo consideraré los aspectos de la estrella, sino de paso también, el pasaje completo, que permitirá desmitificar algunos aspectos de la celebración de la navidad como fiesta cristiana.
            En primer lugar, en el texto de Mateo aparecen los magos procedentes de las partes orientales. La palabra griega que aparece aquí es μάγος, que se translitera como “magos”. En el II y III siglos E.C., cuando los cristianos Justino, Tertuliano y Orígenes leían Mateo 2:1, μάγος lo interpretaban como astrólogos, y después, en el siglo IV, tanto Jerónimo como Agustín de Hipona encontraron el mismo significado. Aunque en el pasado se pensaba por Heródoto que μάγος eran una casta meda, investigaciones posteriores han situado más acertadamente a Babilonia como el origen de esta palabra. Según el Léxico griego de Thayer-Strongs, algunos doctos actualmente están considerando esta palabra de origen babilónico. Esta fuente indica que éste era el nombre dado por los orientales de aquella época; babilonios (caldeos), medos, persas y otros; a los sabios, maestros, sacerdotes, médicos, astrólogos, videntes, intérpretes de sueños, augures, adivinos, hechiceros, etc. No sin acierto, algunas versiones bíblicas como la Traducción del Nuevo Mundo han vertido μάγος como “astrólogos”, porque evidentemente, entre toda esta clase de sabios, el interés por los astros correspondería lógicamente a los astrólogos; los astrónomos de la antigüedad. Sin embargo, si bien aquellos magos, además de astrología, practicaban cualquiera de las otras disciplinas susodichas, una cosa si es cierta; no eran reyes; de hecho, como indica la Enciclopedia Católica, ninguno de los llamados Padres de la Iglesia sostuvo que los magos fueran reyes. Fue a partir del siglo VIII que el arte iconográfico comenzó a presentarlos como tales.
Tampoco se puede aseverar que fueran tres. La palabra μάγος es prural; podían ser desde dos a muchos. La idea de que fueran “tres magos” se consolidó en el siglo III E.C. cuando Orígenes propuso por primera vez ese número en consonancia con los presentes que se regalaron al niño Jesús; aunque eso no es determinante como prueba. Una comitiva grande podría presentar tres regalos como un solo individuo podría presentar uno o veintiuno. De hecho, para aquella época existían iconografías que representaban a los magos en número de dos, tres, cuatro y hasta ocho. Incluso la Iglesia ortodoxa siria y la Iglesia apostólica armenia aseguraban que eran doce, igual que los doce apóstoles y las doce tribus de Israel. Tres siglos después; en el VI E.C., comenzaron a conocerse los nombres de los magos, Melchor, Gaspar y Baltasar y otras variantes de estos; y sin embargo, Baltasar continuaba siendo cromáticamente igual que sus compañeros. Aun hubieron de pasar nada menos que nueve siglos para que el monocromatismo de los magos dejara de ser y Baltasar se transformara en el moreno del grupo.
            Bien; a continuación de aparecer los magos en el relato evangélico de Mateo, notamos que estos aseveran que vieron “su estrella” cuando estaban en su tierra de Oriente. ¿La estrella de quien? Ellos dicen que es la estrella del rey de los judíos que es a quien buscan. De esto se deducen varias cosas importantes. En primer lugar, el carácter de su pregunta deja entrever claramente que efectivamente eran astrólogos pues solo ellos son capaces de asignar una estrella a un individuo, lo mismo que hoy los astrólogos asignan parte de los astros del zodiaco a las personas según su nacimiento; cosa insustancial, por supuesto, para los astrónomos científicos.
            En segundo lugar, ¿cómo relacionaron los magos la estrella que vieron en su tierra con el nacimiento del rey de los judíos? Hay que decir que para que tal cuestión se planteara, la estrella en particular tuvo que ser verdaderamente conspicua, llamativa en sumo grado, algo totalmente diferente a cualquier otro astro que hubieran visto anteriormente. Sobre el carácter artificial de esta estrella seguiremos hablando después ya que el relato sigue ofreciendo pruebas sobre ello.
            Es muy probable que la primera vez que los magos vieron esta astro, lo vieran en dirección a Israel desde sus posiciones relativas en el Oriente, posiblemente desde Babilonia, pues ya hemos hablado del posible origen caldeo de la palabra μάγος. Para aquel tiempo existían comunidades judías en las principales ciudades de Babilonia. La mención hecha por los magos al rey de los judíos es una clara alusión a una posible pregunta que los magos pudieron hacer a los rabinos en Babilonia sobre el significado de la visión de la estrella. Esto no se puede descartar ya que los rabinos en Babilonia sabían de la existencia de una profecía mesiánica que se escribió en estos términos en el libro bíblico de Números 24:17: Una estrella ciertamente saldrá de Jacob, y un cetro verdaderamente se levantará de Israel”. Hasta Irineo de Lyon, cristiano del II siglo postuló con esta idea. Esta profecía mesiánica pudo ser muy sugerente en caso de que, efectivamente, los rabinos judíos tuvieran un contacto con los magos referente a esta cuestión, pues no es inconcebible que los magos acudieran a ellos, en vista del conocimiento que pudieran tener de una tradición referente al judío Daniel, que llegó a ocupar un puesto de relevancia en la antigua corte babilónica como “el prefecto principal sobre todos los sabios de Babilonia”, allá por el siglo VI a. E.C. (Daniel 2:48)
            Pasemos ahora a diseccionar la peculiar estrella que vieron los magos. Mateo 2:2 indica que cuando los magos llegan a Jerusalén, dicen que vieron la estrella cuando estaban en el Oriente; luego la estrella está desaparecida en Jerusalén; nadie absolutamente la ve. Hubiera sido de tal trascendencia que se hubiera visto, que tal hecho hubiera sido registrado, sin duda, por fuentes judías. En el versículo 7 se indica que Herodes averiguó, para sus propósitos, el tiempo en que la estrella había aparecido. Y cuando llegamos al versículo 9; en el momento en que los magos salen de Jerusalén para dirigirse a la búsqueda del niño; ¡vaya! aparece de nuevo la estrella y en esta ocasión hasta va “delante de ellos”; y no solo eso; la estrella se detiene justo “encima” de donde estaba el niño. Esta es la demostración más elocuente de lo sospechoso de tal estrella. ¿Por qué? Porque ningún astro se comporta de esa manera. Los astros están demasiado altos y demasiado lejos para que un observador humano pueda decir, desde su posición relativa, que va delante de uno dirigiéndolo o que se para encima de algo. Sin embargo, tal cosa si puede afirmarse si tal “astro” está a una distancia cercana; como a un tiro de piedra. Ciertamente, si tal fenómeno apareciera en nuestros días, cualquier ufólogo lo identificaría con un ovni (objeto volador no identificado). Por supuesto, de ninguna manera estoy sugiriendo que tal fenómeno fuera un ovni, en el sentido común que hoy se les suele considerar; como una nave tripulada. Ésta es una teoría materialista por demás. Los extraterrestres no tienen por qué ser por necesidad seres físicos ni sus naves materia; la estrella que vieron los magos pudo ser un “prodigio”; una ilusión óptica artificialmente tramada. Está claro, sin embargo, que no pudo ser un cometa, ni un meteoro, ni una supernova ni tampoco una conjunción planetaria como han tratado de teorizar muchos. No pudo ser ningún fenómeno astronómico natural.
            Pero, ¿hemos notado donde se paró esta “estrella”? Dice el evangelista Mateo que “se detuvo encima de donde estaba el niñito”. De modo que a continuación, los magos “entraron en la casa” y “vieron al niñito” con su madre (Mat. 2:11). Los astrólogos entraron en una casa (oikia en griego) y no en el pesebre (phatné en griego) de un establo (Luc. 2:7, 12). Por lo tanto, los astrólogos no visitaron al niño Jesús recién nacido, como se ve en muchos belenes de navidad, según la tradición; sino tiempo después y la Enciclopedia Católica así lo reconoce también. Cuando los pastores visitaron al niño Jesús en el pesebre, este era un nene recién nacido (brephos en griego, Luc. 2:12), pero cuando los astrólogos visitaron a Jesús en la casa según Mateo, este ya era un niño pequeño (paidion en griego). De hecho ya habían pasado muchos meses desde el pasaje del evangelista Lucas hasta el pasaje del evangelista Mateo. Cuando, después de visitar los astrólogos a Jesús en su casa, Herodes se da cuenta de que había sido burlado por estos, manda matar a todos los niños de Belén y sus distritos “de dos años de edad para abajo, conforme al tiempo que había averiguado cuidadosamente de los astrólogos” (Mat. 2:16) Por lo tanto, cuando los astrólogos visitan a Jesús en su casa, este tendría entre uno y dos años de edad. No es improbable este punto de vista, pues tanto Epifanio como Juvenco, eruditos cristianos del IV siglo, así lo creían. Además, la iconografía más antigua nunca presenta a los magos visitando a Jesús en un  pesebre sino en una casa.
            Entonces y para finalizar, ¿qué tipo de fenómeno resultó ser la estrella? Podemos identificar este fenómeno por su intencionalidad; claro está, no de la estrella sino de quien la dirigía. Y ciertamente Dios no dirigía la estrella. Primero, porque Dios está reñido con los astrólogos y su juicio contra ellos quedó patente en la profecía contra Babilonia mediante el profeta Isaías 47:12-15. Además, si usamos el raciocino, ¿cómo podríamos asignar a Dios la dirección de aquella estrella cuando ésta, en vez de dirigir directamente los magos al niño Jesús, primero los dirigió al enemigo que lo quería matar, el rey Herodes? Dios, quien estaba muy interesado en proteger la vida de su Hijo, desvió a los magos de Herodes, no mediante la estrella que no era suya, sino mediante un sueño. Así pues, la estrella dirigió a los magos al enemigo de Jesús, mientras que Dios desvió del niño a los magos directamente mediante un sueño. Desde un punto de vista bíblico, este fenómeno astral solo pudo ser la obra sutil de un maestro del engaño y enemigo de Jesús. Y no es de maravillarse, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz” (2 Cor. 11:14).

Bibliografía:
Mateo 2:1-12, la Biblia.
Biblia Paralela, Léxixo griego de Thayer, Strongs NT 3097: μάγος
“Radiografía” de la llamada Estrella de Belén, J.J. Benitez, http://mysteryplanet.com.ar/site/radiografia-de-la-llamada-estrella-de-belen/
The Imperial Bible-Dictionary (edición de P. Fairbairn, Londres, 1874, vol. 2, pág. 139)
J. C. Müller, Enciclopedia Herzog, sobre el testimonio de Heródoto
(Tertuliano en “Sobre la idolatría”, cap. IX [The Ante-Nicene Fathers, 1957, vol. 3, pág. 65].)
Perspicacia para comprender las Escrituras, tomo I, pág. 243, bajo “astrólogos”.
National Geographic, https://www.ngenespanol.com/travel/quienes-eran-los-reyes-magos-melchor-gaspar-baltasar/

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