LAS MEDIDAS PROFILÁCTICAS EN EL
ISRAEL BÍBLICO.
Ciertamente, la humanidad se enfrentó temprano con
las grandes epidemias a las que se les llamó, desde muy antiguo y
genéricamente, “pestes”. Antes que Hipócrates de Cos (siglo V a. E. C.)
estableciera las bases de la ciencia médica, se consideraba a éstas como un
efecto de la cólera divina, opinión apoyada en la interpretación de textos
sagrados y en textos profanos de la antigüedad (Ovidio, Platón, Plutarco, Tito Livio, Plinio). Una opinión
generalizada en cuanto a la causa divina se ha deducido de la interpretación
del libro sagrado, la Biblia. Sin embargo, conviene hacer una investigación
imparcial y objetiva para concluir que eso no es así.
Lo primero
que hay que aclarar y reconocer es que, efectivamente, Dios sí que usó la peste
como medio de castigo contra sus enemigos. Durante una parte de la historia,
Dios tuvo como enemigo suyo a su propio pueblo Israel, que estaba en relación
de pacto con él, pero al que abandonó. Notemos en Jeremías 24:10 la
denunciación que Dios hizo contra su pueblo: “Y enviaré contra ellos la
espada, el hambre y la peste, hasta que desaparezcan de la tierra que les di a
ellos y a sus antepasados”’”. Como podemos ver, Dios podía usar la peste como
castigo, pero no de manera exclusiva o como efecto de su cólera; también podía
usar la espada (la guerra) y el hambre. Esta profecía tuvo su cumplimiento en
el siglo VII a. E.C. cuando Dios permitió que la potencia babilónica asolara la
tierra de Judá y se llevara al destierro a Babilonia al pueblo de Israel. Es
pertinente recordar que los judíos sabían de esta consecuencia si eran infieles
a Dios. Él ya les había advertido en la Ley de Moisés lo que les sucedería si
se hacían desobedientes: ”Pero, si no escuchas la voz de Jehová tu Dios y
no te aseguras de obedecer todos los mandamientos y estatutos de él que te
estoy mandando hoy, todas estas maldiciones vendrán sobre ti y te alcanzarán:
... Jehová hará que la enfermedad se pegue a ti hasta que te haya exterminado
de la tierra que vas a conquistar. Jehová te castigará con tuberculosis, fiebre
alta, inflamación, calor sofocante, espada, viento abrasador y tizón. Todo esto
te perseguirá hasta que hayas muerto. ... Jehová te castigará con las úlceras
de Egipto y con hemorroides, eccema y erupciones en la piel, enfermedades de
las que no podrás ser sanado. Jehová te castigará con locura, ceguera y
confusión. ... Jehová te castigará con úlceras dolorosas e incurables en las rodillas
y en las piernas, desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza.”
(Deuteronomio 28: 15, 21, 22, 27, 28, 35) Como podemos discernir, no todas las
enfermedades que se mencionan aquí pueden considerarse infecciosas, pero todas
podían tener una morbilidad de categoría epidémica o pandémica, si Dios lo
permitía. Pero insisto que Dios no utilizó de manera exclusiva las epidemias
como efecto o resorte o único recurso de su disgusto. En cuanto a la manera de
corregir Dios a su pueblo, Jeremías, el mismo profeta que Dios utilizó para
denunciar a su pueblo, repitió varias veces ésta máxima: “Te disciplinaré hasta
el grado debido; [pero] de ninguna manera te dejaré sin castigo”.
(Jeremías 30:11; 46:27,28) Dios utiliza la disciplina que mejor conviene a sus siervos,
en cada momento y circunstancia.
Sigamos notando un punto más en cuanto a este asunto
que nos llevará a un descubrimiento sorprendente en cuanto a la sabiduría que
Dios dio a su pueblo para contener las epidemias. Hemos notado, al leer en
Deuteronomio que Dios castigaría la desobediencia con “eccema y erupciones en
la piel” lo que nos lleva a considerar una enfermedad que en la Biblia se
tradujo como “lepra” pero que no necesariamente se identifica con la misma
lepra o enfermedad de Hansen que afecta, incluso hoy, al mundo de manera
epidémica.
Posibles
infectados de cólera suizos son sometidos a cuarentena a su llegada a Italia en 1884. |
La lepra que la Biblia describe, lo hace,
especialmente en Levítico 13 y 14. Esta parte de la Ley se escribió
especialmente para los sacerdotes, que eran responsables, no solo del
diagnostico preciso de la enfermedad, sino también de su resolución o alta. De
hecho, la descripción que da la Biblia en estos dos capítulos de Levítico es un
ejemplo sobresaliente de nosología (descripción y clasificación de las
enfermedades) y semiología (estudio de los signos y síntomas de la enfermedad)
de esta enfermedad y constituye un pequeño tratado de diagnostico diferencial
para preparar a los sacerdotes levíticos sobre el diagnóstico correcto. Por lo
tanto, los sacerdotes de Israel actuaban como verdaderas Autoridades Sanitarias
respecto a este problema (Lucas 17:11-14), que era considerado de orden público, por cuanto que
la duda que pudiera suscitar el diagnóstico, imponía a los afectados, una
cuarentena obligatoria para evitar su propagación, en caso de que esta fuera
infecciosa. Por lo tanto, era imperativo que los sacerdotes levíticos
estudiaran bien esta parte de la Ley
para no imponer una cuarentena innecesaria o incluso injusta a ningún prójimo
suyo que lo apartaría de su medio social y familiar. Esto, hace 34 siglos,
pudiera considerarse un logro sobresaliente, sin parangón, como medida
profiláctica o higiénica, que se adelantó en casi 11 siglos a Hipócrates y en
21 siglos a las grandes epidemias de la Edad Media, cuando comenzaron a
imponerse. Tengamos en cuenta que cuando se escribió la Ley de Moisés, en 1513
a. E.C. no había ni medios para detectar los agentes patógenos infecciosos ni
el conocimiento de la existencia de microbios (Dios sí lo sabía, aunque Moisés no lo supiera). Aun así, la sabiduría que Dios
dio a su pueblo Israel se adelantó en 34 siglos a la confirmación de la Teoría
Microbiana de la enfermedad, por Robert Koch en 1876, y a Louis Pasteur, quien fue contemporáneo de Koch y el
que dio el golpe de gracia a la Generación espontánea como causa de
aparición de vida.
Lamentablemente, la generalidad de la humanidad que no
ha estado en relación de pacto con Dios, no se ha beneficiado del conocimiento
que él reveló al pueblo judío hace 35 siglos mediante el texto sagrado que hoy
forma parte de la Biblia. Por lo tanto, la mayoría de las naciones, a través de
la historia, han tenido que arreglárselas, como mejor han sabido y aprendido, a
la hora de enfrentarse a las enfermedades y sus epidemias. En una próxima
entrada hablaré de los recursos que pusieron en práctica para mantener a raya a
las epidemias a través de la historia.
Bibliografía:
La Biblia, (Traducción del Nuevo Mundo)
https://www.lavanguardia.com/historiayvida/20200201/473229638796/cuarentena-coronavirus-gripe-contagio.html
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