lunes, 16 de marzo de 2020

La humanidad frente a las grandes pandemias que la asolaron (I)

LAS MEDIDAS PROFILÁCTICAS EN EL ISRAEL BÍBLICO.


Ciertamente, la humanidad se enfrentó temprano con las grandes epidemias a las que se les llamó, desde muy antiguo y genéricamente, “pestes”. Antes que Hipócrates de Cos (siglo V a. E. C.) estableciera las bases de la ciencia médica, se consideraba a éstas como un efecto de la cólera divina, opinión apoyada en la interpretación de textos sagrados y en textos profanos de la antigüedad (Ovidio, Platón, Plutarco, Tito Livio, Plinio). Una opinión generalizada en cuanto a la causa divina se ha deducido de la interpretación del libro sagrado, la Biblia. Sin embargo, conviene hacer una investigación imparcial y objetiva para concluir que eso no es así.
Lo primero que hay que aclarar y reconocer es que, efectivamente, Dios sí que usó la peste como medio de castigo contra sus enemigos. Durante una parte de la historia, Dios tuvo como enemigo suyo a su propio pueblo Israel, que estaba en relación de pacto con él, pero al que abandonó. Notemos en Jeremías 24:10 la denunciación que Dios hizo contra su pueblo: “Y enviaré contra ellos la espada, el hambre y la peste, hasta que desaparezcan de la tierra que les di a ellos y a sus antepasados”’”. Como podemos ver, Dios podía usar la peste como castigo, pero no de manera exclusiva o como efecto de su cólera; también podía usar la espada (la guerra) y el hambre. Esta profecía tuvo su cumplimiento en el siglo VII a. E.C. cuando Dios permitió que la potencia babilónica asolara la tierra de Judá y se llevara al destierro a Babilonia al pueblo de Israel. Es pertinente recordar que los judíos sabían de esta consecuencia si eran infieles a Dios. Él ya les había advertido en la Ley de Moisés lo que les sucedería si se hacían desobedientes: ”Pero, si no escuchas la voz de Jehová tu Dios y no te aseguras de obedecer todos los mandamientos y estatutos de él que te estoy mandando hoy, todas estas maldiciones vendrán sobre ti y te alcanzarán: ... Jehová hará que la enfermedad se pegue a ti hasta que te haya exterminado de la tierra que vas a conquistar. Jehová te castigará con tuberculosis, fiebre alta, inflamación, calor sofocante, espada, viento abrasador y tizón. Todo esto te perseguirá hasta que hayas muerto. ... Jehová te castigará con las úlceras de Egipto y con hemorroides, eccema y erupciones en la piel, enfermedades de las que no podrás ser sanado. Jehová te castigará con locura, ceguera y confusión. ... Jehová te castigará con úlceras dolorosas e incurables en las rodillas y en las piernas, desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza.” (Deuteronomio 28: 15, 21, 22, 27, 28, 35) Como podemos discernir, no todas las enfermedades que se mencionan aquí pueden considerarse infecciosas, pero todas podían tener una morbilidad de categoría epidémica o pandémica, si Dios lo permitía. Pero insisto que Dios no utilizó de manera exclusiva las epidemias como efecto o resorte o único recurso de su disgusto. En cuanto a la manera de corregir Dios a su pueblo, Jeremías, el mismo profeta que Dios utilizó para denunciar a su pueblo, repitió varias veces ésta máxima: “Te disciplinaré hasta el grado debido; [pero] de ninguna manera te dejaré sin castigo”. (Jeremías 30:11; 46:27,28) Dios utiliza la disciplina que mejor conviene a sus siervos, en cada momento y circunstancia.
Sigamos notando un punto más en cuanto a este asunto que nos llevará a un descubrimiento sorprendente en cuanto a la sabiduría que Dios dio a su pueblo para contener las epidemias. Hemos notado, al leer en Deuteronomio que Dios castigaría la desobediencia con “eccema y erupciones en la piel” lo que nos lleva a considerar una enfermedad que en la Biblia se tradujo como “lepra” pero que no necesariamente se identifica con la misma lepra o enfermedad de Hansen que afecta, incluso hoy, al mundo de manera epidémica. 
Posibles infectados de cólera suizos son sometidos a cuarentena a su llegada
a Italia en 1884.
La lepra que la Biblia describe, lo hace, especialmente en Levítico 13 y 14. Esta parte de la Ley se escribió especialmente para los sacerdotes, que eran responsables, no solo del diagnostico preciso de la enfermedad, sino también de su resolución o alta. De hecho, la descripción que da la Biblia en estos dos capítulos de Levítico es un ejemplo sobresaliente de nosología (descripción y clasificación de las enfermedades) y semiología (estudio de los signos y síntomas de la enfermedad) de esta enfermedad y constituye un pequeño tratado de diagnostico diferencial para preparar a los sacerdotes levíticos sobre el diagnóstico correcto. Por lo tanto, los sacerdotes de Israel actuaban como verdaderas Autoridades Sanitarias respecto a este problema (Lucas 17:11-14), que era considerado de orden público, por cuanto que la duda que pudiera suscitar el diagnóstico, imponía a los afectados, una cuarentena obligatoria para evitar su propagación, en caso de que esta fuera infecciosa. Por lo tanto, era imperativo que los sacerdotes levíticos estudiaran  bien esta parte de la Ley para no imponer una cuarentena innecesaria o incluso injusta a ningún prójimo suyo que lo apartaría de su medio social y familiar. Esto, hace 34 siglos, pudiera considerarse un logro sobresaliente, sin parangón, como medida profiláctica o higiénica, que se adelantó en casi 11 siglos a Hipócrates y en 21 siglos a las grandes epidemias de la Edad Media, cuando comenzaron a imponerse. Tengamos en cuenta que cuando se escribió la Ley de Moisés, en 1513 a. E.C. no había ni medios para detectar los agentes patógenos infecciosos ni el conocimiento de la existencia de microbios (Dios sí lo sabía, aunque Moisés no lo supiera). Aun así, la sabiduría que Dios dio a su pueblo Israel se adelantó en 34 siglos a la confirmación de la Teoría Microbiana de la enfermedad, por Robert Koch en 1876, y a Louis Pasteur, quien fue contemporáneo de Koch y el que dio el golpe de gracia a la Generación espontánea como causa de aparición de vida.
Lamentablemente, la generalidad de la humanidad que no ha estado en relación de pacto con Dios, no se ha beneficiado del conocimiento que él reveló al pueblo judío hace 35 siglos mediante el texto sagrado que hoy forma parte de la Biblia. Por lo tanto, la mayoría de las naciones, a través de la historia, han tenido que arreglárselas, como mejor han sabido y aprendido, a la hora de enfrentarse a las enfermedades y sus epidemias. En una próxima entrada hablaré de los recursos que pusieron en práctica para mantener a raya a las epidemias a través de la historia.

Bibliografía:

La Biblia, (Traducción del Nuevo Mundo)
https://www.lavanguardia.com/historiayvida/20200201/473229638796/cuarentena-coronavirus-gripe-contagio.html




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